Los días de la Creación (La Creación 2 de 5)

shoreIntroducción.

Hoy hablaremos algo más acerca de la creación, de los días de la creación y su duración, su literalidad o no, así como de los cielos que aparecen allí.

El relato de la creación.

Retomando un poco lo tratado con anterioridad acerca de la duplicidad del relato de la creación, vamos a contemplar este paralelismo desde otra perspectiva. La primera narración, comprendida desde Génesis 1:1 hasta Génesis 2:3 recoge el orden cronológico de los hechos creadores de Dios. Debemos notar que el segundo relato de la creación, comprendido entre Génesis 2:4 ― 25, comienza de una manera distinta: “Estos son los orígenes…” Esta expresión se encuentra en otras partes del Antiguo Testamento. La palabra hebrea que hay detrás, tôldôt, del singular tôldah, significa “origen, generación, procedencia, genealogía”. Esta palabra aparece 39 veces en el Antiguo Testamento, y siempre en relación al origen de una familia o a la procedencia de alguien. Es la clásica señal identificativa con la que comienza la historia de una tribu, familia o generaciones de algún personaje histórico importante.
Esta narración, más que interesarse en el certificado de “denominación de origen” que proporciona el primer relato, se centra en el lugar que ocupó el hombre en la creación. No es cronológico como el registro anterior, sin embargo, denota que todo lo creado fue una acomodación, una preparación de hábitat para la llegada de la criatura más importante, el ser humano. Esto se deduce del contenido más detallado, en especial, acerca de la creación de Adán y Eva. Dentro de la creación de Adán y Eva, es en el capítulo 2 donde encontramos la verdadera naturaleza del hombre, polvo del suelo formado, moldeado por la mano de Dios, más aliento de vida, soplado por el propio Dios. Fruto de esta unión, viene a la existencia el alma o la vida, es decir, el ser humano. También se coloca a Dios en el lugar que corresponde, como Creador poderoso y a la vez cercano, que se agachó para formar con sus manos la única criatura que no vino a la existencia sólo por el poder creador de su Palabra. Si aceptamos estos relatos como históricos, el resto de la Biblia estará consolidada, afirmada, y será congruente. Pero si sólo admitimos de estos relatos que son “cuentos” o “leyendas”, el resto de la Palabra de Dios se nos caería por su peso, pues no sería congruente. El propio Jesús aceptó la literalidad del sábado de la creación, así como de la institución del matrimonio: “Mas al principio no fue así”, dijo en Mateo 19:9, hablando de la monogamia y del divorcio.

Los días de la Creación.

Como ya adelantamos en el tema anterior, bíblicamente los días de la creación son literales, de 24 horas. La expresión “la tarde y la mañana”que encontramos en cada día de la creación, en Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31), es típica para la cultura y mentalidad semita, y con ella se refiere a días literales. En el Antiguo Testamento se comienza a contar un día al final del que le precede. El día termina con la puesta de sol, dando inicio al siguiente con el ocaso. Por eso tenemos ese orden en el relato de la creación: “tarde y mañana”. En Levítico 23:32 leemos: “De tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”. Cuando Israel tenía que celebrar la Pascua, lo debían hacer nada más comenzar el día festivo de Pascua. En Deuteronomio 16:6 se estipula cuándo debe comenzar la fiesta, es decir, cuándo comienza el día: “Sacrificarás la Pascua por la tarde a la puesta del sol”. El uso que se da a la expresión “tarde y mañana” en Génesis, es el normal para expresar días literales, además, en ningún otro momento del relato se utiliza un lenguaje simbólico, lo que no nos permite aplicarlo sólo en este caso concreto, dentro de todo el conjunto del registro de la creación. No se puede aplicar la interpretación, “miles de millones de años” como algunos pretenden.
Por otro lado, la “tarde y la mañana”, son un “día”, en hebreo “yôm”. La palabra yôm sí que se encuentra en pasajes de profecías de tiempo, como ya hemos visto con anterioridad, hablando de la profecía de las 70 semanas. Pero hay que ser exquisito para no aplicar a la ligera el principio día año aquí. En primer lugar, cuando la palabra “día” o yôm, va acompañada de un ordinal, siempre hace referencia a un día natural, literal de 24 horas. Cuando en profecía se habla de días simbólicos no se usan ordinales, sino numerales.
Por otro lado, aún cabiendo la posibilidad de una interpretación, asunto que queda claro que no es el caso, debemos entender siempre que la Biblia es su propio intérprete. De poderse aplicar el principio “día por año”, aún así, estaríamos hablando de una creación de 7 años, muy lejos de ser grandes períodos de “evolución”. Por otro lado, hay quien entiende que se pueden aplicar dos textos al relato de la creación. Estos textos son Salmo 90:4 donde dice el Salmista: “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilas de la noche”. Otro texto es 2 Pedro 3:8: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. Hay quienes, bien intencionados, aplican esto a la semana de la creación. Pues aún así, la creación no pasaría de 7.000 años, con lo cual aún continuamos situando la creación a no más de 14.000 años. Sigue siendo muchísima diferencia frente a los “miles de millones de años” necesarios para evolución tal cual se entiende en la teoría que la enuncia.
Recordemos los principios de interpretación bíblicos. Es el propio Dios quien afirmó que se debía aplicar simbólicamente “día por año”. Pero en estos casos no es así, luego no son textos a tener en cuenta para interpretar otros textos.
El Salmo 90, primero de los dos únicos textos supuestamente aplicables, es un salmo escrito por Moisés. En este Salmo se habla acerca de la brevedad de la vida del hombre. Dice en el versículo 10: “Los días de nuestra edad son setenta años, y si en los más robustos son ochenta, con todo su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto pasa y volamos”. La finalidad de este salmo es comparar la ilimitada grandeza de Dios, frente a la breve y limitada vida del hombre. La moraleja del Salmo está en el versículo 12: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Se ve claramente el uso de la expresión “mil años” como una figura literaria dentro de un poema musicado.
En 2 Pedro, capítulo 3 se está hablando de la segunda venida de Cristo. En el momento en que Pedro escribe la epístola, hay desánimo por parte de algunos que esperan la segunda aparición de Jesucristo. Pedro les indica que aún hay cosas que se han de cumplir, entre ellas, la aparición cerca de la segunda venida de “burladores, con su sarcasmo” siendo guiados por sus propias pasiones y deseos más que por principios (2 Pedro 3:3). Esas mismas personas que deberían aparecer al final de los tiempos, se burlarían sarcásticamente de los creyentes, preguntando, como dice el versículo 4: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” Más aún, el apóstol Pedro nos aporta algo interesante, la argumentación de dichos “burladores”. Éstos dirán: “Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así desde el principio de la creación”. El apóstol Pedro nos estaba dando por adelantado, hace casi 2.000 años, la aparición de la base de la teoría de la evolución, el uniformismo, es decir, que todo sigue un ritmo y ciclo uniforme, lo que daría lugar a la datación por sedimentación.
El propio apóstol nos indica del versículo 5 en adelante, ¡hace casi 2000 años!, que “éstos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la Palabra de Dios los cielos y también la tierra, que provienen del agua y que por el agua subsiste. Por lo cual, el mundo de entonces fue destruido, inundado en agua”.
No es nuevo descubrir que vendrían personas, que haya personas, entiendo que muchos bien intencionados, pero desconociendo o ignorando precisamente el diluvio, clave para entender muchas cosas que aparentemente “sostienen” la teoría de la evolución. Pedro nos advirtió de ello, y podemos afirmar que efectivamente, muchos hoy ignoran la creación de Dios y el diluvio, e intentan demostrar que todo ha permanecido siempre así, refiriéndose a los cielos y la tierra, con variaciones muy lentas, por millones de años.
Me pregunto. Si el apóstol Pedro ya sabía esto, y nos estaba anunciando con tantos siglos de antelación tal tipo de enseñanza errónea, ¿por qué iba ahora a dar una “prueba” que diese algo de fundamento a ese error? Es justo a continuación cuando aparece el versículo 8, donde habiendo concluido la explicación de esos “burladores” y retomando la cuestión del supuesto retraso de la segunda venida de Cristo, dice: “Pero amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día”. A continuación aclara en el versículo 9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Pedro no está haciendo “profecía cronológica” en ningún caso. Es más, está hablando muy claro acerca del futuro, no del pasado. Al hablar claro y no en símbolos, queda claro que aquí no hay ningún texto “apocalíptico” o “encriptado” ni ninguna supuesta clave para aplicar en otro lugar de la Biblia. El lenguaje es llano y claro. Pedro de nuevo está haciendo una comparación en dos sentidos, mil años como un día, y un día como mil años, ¿acaso un ser humano puede entender eso? Nadie vive mil años como para poder compararse con Dios. El apóstol Pedro concluye en el versículo 10: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche”. Y entonces volverá a haber un cataclismo, asunto que no se desea saber y sí ignorar. Aunque no sepamos con exactitud cuándo va a venir el Señor, tenemos un dato: mil años como un día, y un día como mil años, es decir, se puede “prolongar” mucho o “adelantar” mucho la venida de Cristo, pero eso sólo lo sabe Dios. A todos nos pillará como un ladrón en la noche, cuando menos se lo espere. El resto del capítulo, Pedro habla de la preparación para encontrarse con Dios ya que no nos podemos desprevenir, no sea que nos pille sin estar preparados. De todos modos, aun forzando el texto y haciendo un uso indebido del mismo, sucede igual que en Salmo 90, diríamos sólo con la mitad del texto (un día como mil años), que la creación duró 7.000 años. Tampoco se ajusta al modelo evolucionista, y menos sabiendo cómo Pedro habló de ellos justo antes. Por cierto, si aplicásemos mil años como un día, es decir al revés, aún Dios no habría terminado de Crear, y tampoco tendría sentido el relato de la creación. En definitiva, esto es negar la veracidad de la Palabra de Dios. Lo mismo que hizo la serpiente con Eva, decir que Dios era un “mentiroso” pues si comían “no morirían”. No podemos aceptar tal interpretación basada en 2 Pedro 3:8 ni en Salmo 90:4, hacemos a Dios un mentiroso en Génesis 1 y 2.

Resumen.

Los dos capítulos de Génesis relatan la misma creación. Los días de la creación bíblicamente son de 24 horas, y Salmo 90:4 y 2 Pedro 3:8 no se pueden usar para interpretar grandes períodos de tiempo en la creación. Próximo tema: Qué son los cielos y el Dios de la Creación. ¡Feliz Sábado!
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